19 de diciembre de 2006

Canción marinera

Todos somos marineros,
marineros que saben bien navegar.
Todos somos capitanes,
capitanes de la mar.
Todos somos capitanes
y la diferencia está
sólo en el barco en que vamos
sobre las aguas del mar.
Marinero, marinero;
marinero... capitán
que llevas un barco humilde
sobre las aguas del mar...
marinero...
capitán...
no te asuste
naufragar
que el tesoro que buscamos,
capitán,
no está en el seno del puerto
sino en el fondo del mar
..........
León Felipe

17 de diciembre de 2006

Sombra en el agua

Tu cuerpo, agonía
de sombra en el agua,
se rompe en orillas
de playas cansadas.
Mi cuerpo, con prisa
de arena mojada,
se seca enseguida
y esconde la cara.
Tu cuerpo no es vida,
es muerte animada,
silueta movida
por líquidas llamas.
Mi cuerpo, ceniza
que ardió en tus entrañas,
ceniza, semilla,
semilla de nada.
Tu cuerpo, agonía
de sombra en el agua.
........
Luis Eduardo Aute

15 de diciembre de 2006

Alga quisiera ser...

Alga quisiera ser, alga enredada,
en lo más suave de tu pantorrilla.
Soplo de brisa contra tu mejilla.
Arena leve bajo tu pisada.
Agua quisiera ser, agua salada
cuando corres desnuda hacia la orilla.
Sol recortando en sombra tu sencilla
silueta virgen de recién bañada.
Todo quisiera ser, indefinido,
en torno a ti: paisaje, luz, ambiente,
gaviota, cielo, nave, vela, viento…
Caracola que acercas a tu oído,
para poder reunir, tímidamente,
con el rumor del mar, mi sentimiento.
............
Ángel González

12 de diciembre de 2006

Por donde pasa el agua

Por donde pasa el agua,
a orillas de ese río, torrentera
que por buscar el mar nunca descansa,
remolino de espuma que no cesa.
Allí donde las ramas
desnudas del invierno se contemplan
y por besar un sueño que no alcanzan
se inclinan sobre el cauce con tristeza.
Por donde el tiempo abarca
pasado y soledad, donde la pena
fluye como la bruma en la mañana,
camino de otro mundo que la espera.
Allí donde descansa
la suavidad oculta de la piedra,
sujeto el corazón de los sillares
bajo el abrazo firme de la hiedra.
Allí donde no alcanza
la luz a iluminar tanta maleza,
por donde eternamente se derrama
la vida con un gesto de indolencia.
Allí, donde no estabas,
por donde reverdece la belleza
de la tierra inflexible que ignorabas.
Allí, a pesar de todo, te buscaba.
..........
Cristina Díez

10 de diciembre de 2006

El amor

Las palabras son barcos
y se pierden así, de boca en boca,
como de niebla en niebla.
Llevan su mercancía por las conversaciones
sin encontrar un puerto,
la noche que les pese igual que un ancla.
Deben acostumbrarse a envejecer
y vivir con paciencia de madera
usada por las olas,
irse descomponiendo, dañarse lentamente,
hasta que a la bodega rutinaria
llegue el mar y las hunda.
Porque la vida entra en las palabras
como el mar en un barco,
cubre de tiempo el nombre de las cosas
y lleva a la raíz de un adjetivo
el cielo de una fecha,
el balcón de una casa,
la luz de una ciudad reflejada en un río.
Por eso, niebla a niebla,
cuando el amor invade las palabras,
golpea sus paredes, marca en ellas
los signos de una historia personal
y deja en el pasado de los vocabularios
sensaciones de frío y de calor,
noches que son la noche,
mares que son el mar,
solitarios paseos con extensión de frase
y trenes detenidos y canciones.
Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.
......
Luis García Montero

8 de diciembre de 2006

Sin adiós

Qué distinto el amor es junto al mar
que en mi tierra nativa, cautiva, a la que siempre
cantaré,
a la orilla del temple de sus ríos,
con su inocencia y su clarividencia,
con esa compañía que estremece,
viendo caer la verdadera lágrima
del cielocuando la noche es larga
y el alba es clara.
Nunca sé por qué siento
compañero a mi cuerpo, que es augurio y refugio.
Y ahora, frente al mar,
qué urdimbre la del trigo,
la del oleaje,
qué hilatura, qué plena cosecha
encajan, sueldan, curvan
mi amor.
El movimiento curvo de las olas,
por la mañana ,
tan distinto al nocturno,
tan semejante al de los sembrados,
se va entrando en
el rumor misterioso de tu cuerpo,
hoy que hay mareas vivas
y el amor está gris perla, casi mate,
como el color del álamo en octubre.
El soñar es sencillo, pero no el contemplar.
Y ahora, al amanecer, cuando conviene
saber y obrar,
cómo suena contigo esta desnuda costa.
Cuando el amor y el mar
son una sola marejada, sin que el viento nordeste
pueda romper este recogimiento,
esta semilla sobrecogedora,
esta tierra, este agua
aquí, en el puerto,
donde ya no hay adiós, sino ancla pura.
......
Claudio Rodríguez