tienen algo de símbolo y de fácil metáfora.
El símbolo quizás de lo que muere.
La metáfora, en fin, de una vida ignorada.
De niño los miraba inventando unas rutas
por olvidados mares y por tierras de magos.
Perdiéndose en la niebla, helados por la luna,
los barcos de mi infancia iban siempre de paso.
Perseguían un mundo que no existe. Un mundo
que ha muerto en mí, que está borrándose
al evocarlo ahora desde este mar oscuro
que sólo surcan ya los barcos fantasmales.
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Felipe Benítez Reyes
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